Por NACHO KA
•
16 de junio de 2020
Cuando hablamos de cocina Castellana estamos refiriéndonos a un territorio tan vasto que nos obliga a diferenciar, al menos, entre las dos Castillas y sus diferentes gastronomías, propias de los usos, costumbres, clima y extensión de cada región, y donde vamos a encontrar la riqueza culinaria en las especialidades locales (Asados como lo hacen en Sepúlveda, gachas de la Mancha Alta, ajo morado de las Pedroñeras, cocido maragato de Astorga, ajoarriero, morteruelo de Cuenca, embutidos de Salamanca...). Sin embargo, nosotros vamos a poner el acento en lo que une las deliciosas especialidades locales de ambas Castillas, lo que tienen en común, lo que nos permite hablar de una cocina Castellana. En Castilla la comida es de color marrón, abarca toda las gama cromática entre el amarillo y el rojo... pucheros, asados, gachas, morteruelos, arroces, sopas de ajo, panes, embutidos, dulces... todo es de un reconfortante color avellanado difícil de encontrar en otras regiones con una mayor variedad y riqueza en sus materias primas. Todo esto tiene su explicación en la orografía, clima y forma de vida de los castellanos: Cultivos extensivos de cereal y legumbre, básicamente, ganadería menor, su casquería, la caza y recursos del monte (setas o espárragos) y la huerta particular son los elementos con los que las mujeres castellanas han tenido que diseñar e inventar una cocina sustanciosa, rica, conscientes de que los pocos pescados que llegaban eran salazones: bacalaos y sardinas arenques. Sin embargo, la cocina castellana es la cocina en toda su esencia, o lo que lo mismo, consigue que con elementos pobres, insípidos, detestados por otras regiones o simplemente utilizados como pienso animal, se logren unos guisos deliciosos identitarios de lo local y alimento, no solo de los visitantes, sino del orgullo y la cultura castellana. Pongamos ejemplos: ¿que son las gachas?, una bechamel de harina de titos; ¿y las sopas de ajo?, agua con ajo “tostao” y pan duro; ¿y el morteruelo?, un paté mezcla de todo lo que se cazaba en el día con pan duro; ¿y los embutidos?, la forma de porcionar un gorrino para que dure todo el año... gazpachos manchegos con panes sin levadura, guisos de conejo o perdices, judías, garbanzos lentejas castellanas, pobres de carne y ricas en sí mismas, cocidos con los huesos y restos del resto, por no hablar de la necesaria inclusión en las gastronomías locales de la casquería como seña identitaria inimitable: crestas de gallo, tripas de cordero, manitas, orejas, morros, cabezas, mollejas, lengua, hígados, riñones, sangre, corazones... son en las cocinas de las castellanas auténticos manjares, siempre acompañados de vinos con cuerpo y quesos con mucha fuerza. Todo esto es la cocina de Castilla, mucho más que la “cocina del Quijote”, que sí, mucho más que los ricos asados segovianos y burgaleses, que también. Lo que hace rica la gastronomía del interior es la magia de las mujeres que introdujeron el pescado en la dieta de un sitio sin mar, que hicieron las delicias de generaciones enteras con apenas agua, harina, casi nunca de trigo, y pan y consiguieron hacer de sus guisos marrones un estilo delicioso de disfrutar en la mesa. La conclusión es que la gastronomía en las Castillas es como sus gentes: directa, sin rodeos, contundente pero sin engaños, amable, apetitosa, que siempre te deja con ganas de más, rica, variada, adaptable, adaptada, ingeniosa, sabrosa, útil... La propuesta de este taller ahonda en ese concepto, en cómo hacer algo muy rico con muy poco y os proponemos unas deliciosas tortas de aceite, o tortas de Aranda (de Duero), un pan simple donde un simple chorro de aceite transforma un simple pan en la magia del color marrón; y un conejo con aromáticas, limón, vinagre y vino que estamos seguros que os encantará. Comenzaremos con las elaboraciones propias del pan, que requieren reposos largos, por lo que sería interesante que tuvierais listo el prefermento desde la noche anterior, que ayudará a poner en marcha la masa. Seguiremos con el guiso de nuestro conejo y acabaremos horneando los panes TORTAS DE ARANDA: INGREDIENTES: Prefermento (noche antes): 100 grs de harina panadera (media fuerza) 65 grs de agua 1 gr de levadura fresca de panadero (la tercera parte si es seca) Masa: El prefermento de la noche anterior 500 grs de harina panadera (media fuerza) 325 grs de agua 30 grs de aceite de oliva 10 grs de sal 5 grs de levadura fresca (la tercera parte si es seca) ¡¡¡IMPORTANTE!!! Papel de horno. ELABORACIÓN La noche antes mezclar los ingredientes del prefermento y dejar fermentar a temperatura ambiente unas 12 horas. Al día siguiente, mezclar todos los ingredientes hasta que se forme una masa homogénea. Dejar reposar 10-15 minutos. Amasar 5-10 minutos hasta que esté lisa la masa. También se puede amasar a intervalos de 10 minutos, amasando 2 minutos cada vez. Dejar fermentar 2 horas aproximadamente. Dividir la masa en 2 mitades usando aceite de oliva para manejar la masa, en vez de harina. Bolear las dos partes y dejar reposar 10 minutos. Estirar las masas sobre papel de horno hasta un dedo de grosor formando discos redondos. Untarlas con aceite por encima y hundir los dedos en la masa. Volver a fermentar 1 hora más. Añadir otro poco de aceite volviendo a hundir los dedos para crear balsas de aceite. Cocer en el horno a 250ºC, con calor arriba y abajo. Los primeros 5 minutos de horneado los haremos con vapor añadiendo un poco de agua en una bandeja metálica en la base del horno. Tras estos 5 minutos retirar la bandeja y hornear 15 minutos más hasta que esté dorada la corteza. Dejar enfriar en una rejilla. Comer con ganas. CONEJO CON CÍTRICOS AL HORNO: (4 personas) INGREDIENTES: (4 pax) 1 conejo en trozos grandes Ajos: una cabeza Romero, tomillo fresco si se puede, si no seco. 1 o 2 limones Vinagre de Jerez, u otro. Vino blanco seco (un vaso) Sal y pimienta ELABORACIÓN: Precalentar el hormo a 220 grados arriba y abajo sin ventilador. Para hacer este conejo vamos a hace tres cocciones diferentes: una primera marcado o sofrito, una segunda estofado y terminamos al horno. Empezamos salpimentando bien el conejo y frotándolo con aceite de oliva, zumo de limón y las yerbas aromáticas dejándolo macerar un tiempo (lo ideal es dejarlo toda la noche en frío para que la carne vaya macerándose con el ácido del limón). Nosotros lo haremos en el mismo momento. Lo siguiente es marcar en una sartén profunda u olla que pueda meterse en el horno los trozos de conejo guardando el líquido de marinar, si es que lo hay. A medio hacer, cuando está empezando a dorar, añadimos todos los ajos con piely removemos bien para que se frían, le echamos un buen chorro de vinagre, el zumo de medio o un limón, lo dejamos reducir un minuto e incorporamos el vaso de vino y en cuanto empiece a cocer le damos una vuelta y al horno. Bajamos la temperatura a 200 grados, 10, 15 minutos, hasta que coja color dorado intenso y listo. Paralelamente habremos pelado y cortado unas patatas en dados y fritas en aceite de oliva, que incorporaremos al conejo justo antes de servir, dándole una vuelta al fuego para integrar los ácidos en las patatas. Para comerlo no vamos a dar recomendaciones, cada uno sabrá lo que hace con este delicioso conejo y su propio pan de aceite recién hecho, aunque siempre acompañará bien un buen vino zamorano o de uva cencibel de la Mancha. Esperamos que lo disfrutéis y que Castilla os legue al corazón a través del estómago.